Después de pasar por la etapa de las hierbas para la cocina, fue cuando descubrimos esta tan terapéutica actividad familiar.
Como les conté en un artículo anterior, yo llego a la casa tarde desde la oficina y mis hijas lo único que quieren es pasar tiempo conmigo... pero jugando sus propios juegos. Es algo que me encanta hacer, pero hay días que llego bien cansada y prefería una actividad más tranquila y ojalá que me permitiera enseñarles algo.
Un día poniendo a remojas las legumbres para el día siguiente, se me ocurrió buscar unos envases de yogurt y algodón y empezar el experimento que todos hicimos de niños alguna vez en el colegio. El trato era que lo íbamos a observar todos los días y que yo escribiría la bitácora de nuestras plantas desde lo que ellas me dictaran (yo sería solo la escribana) Ese día de verano nació nuestro huerto urbano.
Las plantitas crecieron rápidamente y nosotras registrábamos las diferentes alturas, las diferencias entre las hojas, las raíces. De ese primer experimento sólo queda una mata de poroto pallar que misteriosamente no dio frutos el año pasado, pero en ves de morir, la planta ya está creciendo en un nuevo año de vida (si alguien puede explicarme porque no se murió, lo agradecería)

La siguiente etapa, fue la decisión de plantar semillas que hubieran sido generadas por nosotras. Así es como cualquier fruta o verdura que pasa por la casa, le son extraídas las semillas que traen consigo. Aquí vino nuestro siguiente aprendizaje. EXISTE UNA INDUSTRIA DE SEMILLAS. Porque esta conclusión... porque los señores semilleros, para que los agricultores tengan que comprarles más semillas en los años venideros, generan semillas estériles, es decir producen la primera cosecha, pero de sus frutos las semillas no generarán plantas que den frutos (o en una muy baja tasa)

Con esta decepción, nuestros amigos empezaron a traernos verduras desde diferentes partes de Chile, que parecieran tener un origen más orgánico. Nuestro primer desafío fueron unos tomates que nos enviaron desde el sur. PRIMERO buscamos en Internet como se generaban las semillas del tomate: retire la pulpa del tomate y en un colador lavelas hasta que queden sólo las semillas. Luego se pone en un papel absorvente y se dejan secar (ojalá no al sol) Plantamos en un pequeño macetero un grupo importante de semillas, de las cuales se generaron del orden de 30 matas de tomate. SEGUNDO, aprendimos que antes de transplantar hay que esperar que tenga de 4 a 5 hojas verdaderas.... Sí, el primer par de hojas que salen de la semilla son conocidas como las hojas falsas y de echo no se parecen en nada a las definirivas. TERCERO, nos falta mucho que aprender en el transplante, porque de 30 matas, sólo concervamos 4 plantas de tomate (buuuuu)

Como pueden ver en las fotos hoy la planta más grande la estamos guiando en un enrejado de madera y ya contamos con a lo menos 10 tomates que estamos esperando con muchas ansias de comer tomate, con gusto a tomate.


La siguiente excursión fueron los cuescos de palte. Hacía tiempo había plantado todos los cuescos de una temporada de paltas en la parcela de mis papas, de los cuales 3 hoy están convertidos en arboles y sólo uno nos da unas ricas paltitas. Pero en un departamento, no tengo terreno para tirar los cuescos a discreción... Nuevamente recurrimos a Internet y descubrimos esta nueva forma (a lo menos para nosotras) de cultivarlos. El primer cuesco sufrió un percance en las manos de mi hija menor, cuando al querer observarlo se le cayó y se partió. Fue penoso, pero ese incidente nos permitió ver claramente la semilla del palto, que está alojada dentro del cuesco y vimos como con este sistema había empezado su camino de crecimiento para salir de su caparazón. Hoy estamos experimentando diferentes recomendaciones que leímos en Internet: plantamos uno en tierra como control, hay otro al que le cortamos cuidadosamente una pedaso de la parte inferior (para facilitar la salida de las raíces), 2 más los plantamos en la configuración original y el quinto está en el interior, sobre la campana de la cocina, para que reciba el calor de cuando se está cocinando. Por ahora ninguno ha dado señales de vida, pero estamos expectantes de cual será el que tenga mejor desarrollo.



En este punto, descubrimos que no necesitabamos gastarnos una fortuna en caros maceteros para hacer nuestros experimentos. Por lo tanto, hoy nuestro huerto urbano tiene otro punto más con la ecología... estamos reciclando toda clase de envases que llegan a una casa. Las siguientes en ser plantadas fueron las semillas de zandías y melones. El descubrimiento es que las pepas que son chupadas por la saliva humana, por lo general no brotan. Las matas las pueden ver en uno de mis primeros artículos... las tuvimos que mandar para la parcela, porque en departamento no hay mucho espacio para que una zandía crezca y menos 14 matas (jeje). Hemos seguido plantando porotos, pero de diferentes tipos, que nos han ido regalando (negros, negros con puntitos blancos, rojos, jaspeados, blancos, pallares) y hace poco incursionamos con el Zapallo. Plantamos en tierra y en algodón y como pueden observar en la foto, hoy tenemos 2 incipientes matas, de las plantadas en algodón, porque de las de tierra, aún no se oye padre.
El siguiente desafío es mucho más entretenido... cómo cultivar frambuezas y frutillas en un departamento Como pueden observar, en una botella de 3 litros de bebida desechable, hacer una ventanita. Después de hacerle hoyos en la parte de abajo, rellenamos con tierra y ponemos la vara. Por ahora no ha hecho mucho calor, pero nos parece que está casi a punto de brotar.


Los envases donde me entregan la colación del almuerzo, han resultado ser excelentes invernaderos. Como son envases plásticos con tapa, dejando una pequeña apertura para que fluya el aire, mantienen dentro el calor y la semillas nacen rápidamente. En las dos fotos a continuación pueden ver nuestra plantación de lechugas... esperamos que la tasa de mortandad sea menor que la de los tomates. Sólo un dato entretenido puedo compartir sobre las lechugas... cuando cresca no saque la mata... deshojela. Vaya sacando las hojas necesaria para comer, pero no saque la planta por nada del mundo. En esta configuración la lechuga rinde más y cuando finamente sube la flor, colocamos bajo ella un papel absorvente haciendo un cucurucho, para recibir las semillas cuando caigan.


Finalmente los integrantes más jóvenes de las plantaciones... ambos me han sido tremendamente esquivos, dado que me ha costado un mundo que se den y crezcan lo suficiente como para disfrutarlos: el perejil y el cilantro... ya les contaré como me va.
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